Antes de empezar, si no quieres leerme, escúchame:
¿Habéis escuchado hablar del conocimiento vertical y del conocimiento transversal?
Por regla general, las empresas suelen volcar sus esfuerzos en el conocimiento vertical, el específico del negocio que desarrollan. Y suele darse que si la profesión es vocacional, más se acentúa esta tendencia por el fuerte componente emocional.
Parece obvio que un curso sobre novedades fiscales de 2023 sea percibido como de elevado interés en un despacho de asesoría fiscal por cuanto es conocimiento necesario que potencia el desarrollo del negocio y ayuda a tener una empresa sostenible.
Y visto así, ¿qué sucede con un curso sobre comunicación para equipos de trabajo? La percepción profesional es diferente por vuestra parte, ¿verdad? Y es lógico.
Analicemos este hecho.
En primer lugar, el conocimiento transversal es el que cualquier profesional necesita atesorar con independencia del sector en que desarrolle su trabajo y del rol que ejerza en la empresa. Por ejemplo, la comunicación, ya que es un hecho evidente que todos necesitamos saber de comunicación.
Y uno de los mayores handicap existentes en empresa es su desconocimiento, que aún pudiéndose entender como lógico, para nada debe interpretarse como susceptible de ser desatendido.
Permitidme un inciso para dirigirme a vosotros en tono de comunicación: no, hablar no es comunicarse por mucho que pueda parecerlo. Existe un porcentaje importante de conflictos en equipos de trabajo que deriva directamente de las carencias existentes en comunicación y que se mantiene ajeno a la reflexión.
¿Y es normal que pensemos que con hablar es suficiente o que desconozcamos que muchos conflictos provienen de una mala comunicación? Claro que es normal, igual que para nosotros lo es no entender qué es el IRPF. Hay que tener claro que no tenemos por qué saberlo.
Eso sí, que algo sea considerado normal (yo diría usual porque qué es «lo normal») y esté internalizado, no significa que sea correcto ni adecuado y ésta es la piedra de toque: necesitamos adquirir conciencia sobre que el conocimiento transversal hace tiempo que ya no es una opción sino un reto irrenunciable a acometer.
¿Os habéis parado a reflexionar sobre por qué en muchos despachos se argumenta que «no hay tiempo para nada, es que no nos dan las horas del día»? ¿O por qué hay roces entre empleados cuando hay situaciones tensas (y no, no es normal, hay que olvidar que lo sea)? ¿Y qué ocurre con todos los errores generados por esa manía que tenemos de dar las cosas por entendidas?
Fijaos, estos son sólo algunos ejemplos circunscritos al conocimiento transversal y que lamentablemente no se enseñan en los institutos ni en las universidades, lo que nos deja con carencias e ignorancia sobre ello, siendo a la vez nucleares para el desarrollo de una organización.
¿Y cómo manejamos ambas facetas en una organización?
Si tu profesión es muy vocacional y tienes una empresa, eres profesional y empresario por lo que, por responsabilidad, no puedes acorralar a una de las dos ya que al hacerlo, por emociones, suele elegirse la parte de empresario, lo que de base atenta contra un desarrollo consciente del modelo que tú mismo has creado.
¿Percibís que éste puede ser vuestro caso, el de una profesión vocacional elevada a empresa? ¿O simplemente estáis en el gran grupo de quienes no parecen haber necesitado el conocimiento transversal hasta que han montado una empresa?
Autopercibir cómo estáis respecto de este tema es tan simple como hacerse una serie de preguntas que os orienten sobre si estáis atendiendo esas circunstancias o no estáis trabajando ese mundo del conocimiento transversal que traspasa sectores y roles.
Y de todos ellos hoy hablamos de comunicación, ya que la mayor parte del día estamos relacionándonos con otras personas, siendo su sustrato, lo que le aporta una relevancia especial dentro de las organizaciones.
Permitidme unas preguntas:
► ¿Cuántas acciones de formación en comunicación habéis realizado en vuestra empresa?
► En caso de haber hecho alguna, ¿qué tipo de seguimiento habéis hecho para validar su efectividad?
► ¿Habéis trabajado la comunicación a nivel persona o a nivel equipo?
► ¿Pensáis que la comunicación es estratégica para vuestro negocio o no le veis la relación?
► ¿Tenéis claro que la comunicación externa es la fuente de vuestra reputación?
► ¿Sabíais que la comunicación externa, la que atiende a vuestros clientes actuales y potenciales, está íntimamente ligada a la comunicación interna?
Para concretar si debéis trabajar la comunicación basta con que evaluéis, después de leer y contestaros esas preguntas, si estáis «en la onda» o no, es decir, si sabéis de qué estoy hablando y estáis inmersos en alguno de esos procesos o en todos, o si no habéis atendido casi ninguno y estáis fuera de ello.
Y todo esto, y volvemos a una reflexión del principio, no tiene nada que ver con un posible sentimiento de culpa por no hacerlo o con que penséis que estas cosas no importan de verdad y que se os quiere vender un cuento.
Al estar fuera del entorno, lo que percibáis suele ser ajeno al verdadero sentido del conocimiento transversal porque tiene que ver con una realidad y es la de que las empresas de vuestro mismo sector que están inmersas en ello y con ello, están adquiriendo una importante ventaja competitiva en relación a vosotros.
Y refuerzo con todo lo comentado que son tiempos de adquirir conciencia y buscar transformarse, no de culparse.
Un negocio es parte de conocimiento vertical, parte de conocimiento transversal, es decir, tengo que saber de lo mío y de lo de empresa porque tengo que solucionar problemas técnicos y también problemas humanos y de procesos. Todo está repartido y no podemos ni debemos huir del reparto, sino esforzarnos en comprender cómo gestionarlo.
Y una de las claves es ser consciente de que no saber es una oportunidad y que, tirando de curiosidad, debemos abrir la mente y asumir que no podemos vivir más en el fango de la resistencia al cambio, que debemos adaptarnos a los tiempos en que estamos y, por ende, a los que vienen. Hay que dejar el miedo atrás y pasar a formar parte del flujo del entorno.
Pensad que vuestros clientes son más exigentes y selectivos que hace 10 años, vuestros competidores son más tecnológicos y están más preparados, vuestros proveedores de servicios son más rigurosos. Como veis, no tiene sentido que seáis los únicos que no os transforméis.
Y para terminar, reflexionemos esto.
¿Si como profesionales os delegamos por desconocimiento la gestión del IVA trimestral, por qué a vosotros como profesionales os tiene que costar asimilar el delegar el aprendizaje del trabajo en equipo, la gestión del tiempo o la comunicación?
No lo dudéis, al final, vuestra empresa os lo agradecerá.
Guillermo Llofriu Cañellas
Responsable de Comunicación y Estrategia Digital en ISAF